La causa del hombre leal es su causa, en virtud de la decisión de la voluntad. Su dedicación es suya, porque él mismo la ha elegido y hecho propia. Su dedicación es además práctica. Hace algo concreto, que sirve a su causa. La lealtad no es nunca simple emoción. La inclinación y el afecto pueden acompañar a la lealtad, pero nunca constituyen su núcleo. La entrega del hombre leal implica una suerte de sumisión de los deseos naturales a la causa elegida. Lealtad sin autocontrol y disciplina no es posible. El hombre leal sirve. Es decir, no se limita a seguir sus impulsos. Está atento a su causa e ideal como guías, que le dicen en todo momento lo que debe hacer.
(Royce, "The Philosophy of Loyalty", 59)
(Royce, "The Philosophy of Loyalty", 59)
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